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Phineas y Ferb La Pelicula, Cap5

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Juli4427's avatar
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Capítulo V

La vida en la prisión

Caía el sol en Nueva Orleans, justo cuando la camioneta que tenía prisioneros a los chicos llegaba a destino.

Había sido un viaje muy largo. Para el momento del arribo, éstos dormían plácidamente debido no sólo a la duración del viaje, sino porque además durante casi todo el trayecto se la pasaron a los gritos, reclamándole al conductor que los dejara en libertad y golpeando las paredes del vehículo.

Más o menos cuando empezaron a ir más lento, Jeremy abrió los ojos de repente, se desperezó e intentó despertar a los demás.

-Arriba, chicos-les dijo-Tal vez ahora sí podamos convencer a ese tipo.

-Olvídalo, Jeremy-le dijo Phineas-No se detendrá. Si no lo hizo cuando pasamos por Missouri, menos ahora.

El rubio se levantó e intentó caminar hasta la puerta. Era imposible abrirla, puesto que unas horas atrás el Mayor Monograma la había cerrado con llave por fuera. Igualmente, pudo ver algo a través de los barrotes de la ventana que tenía.

-Parece que ya estamos en Nueva Orleans…

-¿Cómo sabes?-le preguntó el chico de cabeza triangular.

-Vine aquí varias veces cuando era niño. Vaya, sí… ya recuerdo. Definitivamente estamos en Nueva Orleans.

Y se sentó nuevamente. Intentó forzar una sonrisa, pero le fue imposible.

-No sé que decir de esto-le dijo a Phineas.

-Para ser sincero, nunca me lo esperé-dijo el pelirrojo, aún con algo de sueño.

-¿Qué crees que pase en la escuela? ¿Crees que estaremos bien ahí adentro?

-No hay ningún problema… estaremos bien mientras tengamos agua, comida y algo que haga música. Ferb siempre tiene una guitarra a mano, ¿no, hermano?

El muchacho de pelo verde asintió, y sacó una guitarra desde atrás de sí.

-No sé cómo lo hace-dijo Jeremy, sorprendido.

-Con esto estaremos cubiertos, esperemos que la comida sea buena-comentó Phineas, justo cuando el vehículo se detenía-¡Vaya! ¿Habremos llegado?

En efecto, por fin habían arribado al que sería su hogar por tiempo indefinido. El conductor bajó de la camioneta, se quedó parado, como esperando algo, y luego abrió la puerta trasera del transporte.

-¡Vamos!-rugió, enojado-¡Abajo, no pierdan tiempo!

Sorprendidos, los tres chicos se miraron.

-¿Son sordos? ¡Bájense, mocosos!

-Bien, bien, no tardamos, pero no tiene por que hablarnos así-lo retó Jeremy.

Los tres se bajaron y se colocaron al lado del tipo, al costado del vehículo, imposibilitados así de ver el lugar.

-A mí nadie me dice lo que tengo que hacer-le respondió al adolescente-Yo voy y vengo buscando inadaptados como ustedes y los traigo aquí.

-Bueno, se está ganando su salario, ¿no?-le preguntó Phineas.

El hombre le echó una mirada asesina y dijo, cortante:

-Van a tener muchos problemas aquí. ¡Vean!

Entonces, el conductor, con una fuerza increíble, empujó la camioneta unos metros, sólo para que los chicos pudieran ver el edificio por fuera. Y lo vieron, pero, para su preocupación, no era una simple escuela militar… ¡era una verdadera prisión! La entrada, rodeada por un alto muro, era de acero y estaba cubierta por alambres electrificados por ambos lados. Pasándola había un gran campo donde había tres vallas, también cargadas, y un foso con cocodrilos alrededor del establecimiento, que era tan grande como una mansión. La noche le daba un color tétrico y, para colmo, una nube de murciélagos azotó el lugar.

-Nuestra casa de los sustos era mejor-comentó Phineas.

-¿Ah, sí?-le preguntó el hombre, agobiado por el esfuerzo-Pues vamos adentro. ¡Síganme!

Sacó una especie de láser de su bolsillo y apuntó la mira a un hueco en la puerta alambrada. Fue entonces que ésta se abrió y pudieron entrar al campo.

-¡Adelante!-les gritó.

Los tres pisaron el campo. Era pura tierra, seca y cubierta por piedras.

-Muy pronto caminarán descalzos por aquí-les advirtió el conductor, sonriendo maléficamente.

Y, sin quitarles las esposas, los llevó a través del campo. Luego de bordear las vallas, el sujeto se detuvo frente a la entrada general del establecimiento, un gigantesco portón de madera. Los chicos miraron con miedo a los reptiles, quienes los amenazaban desde el foso, y, luego de estar callado un buen rato, el tipo exclamó:

-¡Ostras fritas!

Pese al desconcierto de los demás, la frase, que obviamente debía tratarse de una contraseña, provocó que la puerta del lugar descendiera poco a poco, ante la vista perpleja de todos. Finalmente, este bajó hasta tocar el suelo.

-Arriba, suban-les ordenó el hombre de mal humor, al estilo de un pirata que le pide eso al condenado a la tabla.

-Ya subimos, ya subimos-dijo Phineas-Caray, que mal carácter.

-¡Cierra la boca y camina!

Avanzaron por la puerta de madera y fueron conducidos por un pasillo enorme y tenebroso, al más puro estilo Drácula. La entrada se cerró un momento después, haciendo un sonido insoportable.

-Creo que deberían aceitar esa cosa-comentó Jeremy.

-¡Dije que cerraran la boca!

Siguieron por el pasillo y llegaron, unos cinco minutos después, a una puerta común que abría paso a otra habitación.

-Ábranla-ordenó el conductor.

El rubio tomó el picaporte y empujó. La puerta se abrió y allí pudieron ver lo que los estaba esperando.

Había dos filas de camas marineras, con veinte cada una. Sus ocupantes, la mayoría niños y adolescentes no más grandes que Jeremy, estaban sentados sobre ellas esperando a los nuevos, al igual que un sujeto enorme y con cara de malo, con uniforme de sargento y varias medallas colgadas en él.

-Así que aquí llegó la banda de Danville-dijo el hombre, con voz gruesa-Pues les diré algo: yo soy el sargento Honrado…

-Oh, por fin alguien bueno aquí-comentó Phineas.

-… ¡y nadie me interrumpe cuando hablo!

-Ya se le fue lo honrado-dijo Jeremy.

-¡Silencio! ¡Soy el sargento Honrado y están aquí para cumplir su castigo de verano!

-¿Castigo de verano?-preguntó el chico pelirrojo.

-¡Sí! Todos los que ven aquí fueron apresados por su conducta errónea e irresponsable.

-Lo único que hicimos fue ver el futuro-dijo Jeremy-Si fuera algo irresponsable, todas las videntes del mundo deberían estar aquí.

-Me estás cansando con tu actitud, joven-le dijo el sargento, enojado-Y a mí me molestan mucho los que creen saberlo todo.

-Ya veo-señaló el rubio, con algo de sarcasmo.

-Bien, ¿en qué estaba? Ah, sí: Les aviso, en este lugar serán educados estrictamente para que eliminemos de ustedes todo rastro de maldad que poseen. Así podrán servir al país como soldados en el futuro…

-No es necesario eso-lo interrumpió Phineas-Para servir al país se pueden hacer muchas otras cosas.

-Creo que ya es momento de que les quitemos esos pensamientos idiotas que sus padres les inculcaron. La única forma de ayudar a tu nación es peleando y demostrando tu dominio sobre los demás.

-Usted no es nada más que un tirano sin cerebro-le dijo Jeremy, sin que se le moviera un solo pelo de la cabellera-Roosevelt debe estar revolcándose en su tumba.

Con la cabeza a punto de estallarle, el tipo se dirigió hacia él y lo agarró del chaleco verde, con unas ganas tremendas de romperle la cara a puñetazos.

-¡Aquí el que manda soy yo!-le gritó-¡Guárdate tus insultos para otra oportunidad!

El rubio ni se mosqueó. Lo miró de forma irónica y le dijo:

-Suélteme el chaleco.

Y, con todas sus fuerzas, lo empujó haciéndolo caer al piso. Phineas y Ferb se quedaron con la boca abierta: nunca habían visto al amistoso Jeremy agrediendo a alguien… los presentes no mostraron menos admiración: al ver como el gigante se estampaba el trasero contra el piso, todos soltaron, al mismo tiempo, un largo "uh".

-¡Se acabó!-gritó el sargento, mientras se levantaba, dolorido-¡Su conducta es inaceptable! ¡Soldado!

-¡Señor, sí, señor!-gritó el conductor de la camioneta.

-¡Lléveselos a la cámara de torturas!

-¿Cámara de qué? ¿Cámara de torturas?-preguntó el rubio, mientras se lo llevaban, arrastrándolo.

Los hermanastros no pudieron hacer más que mirar como su amigo era sacado de la sala a la fuerza.

-Oigan, ustedes-ordenó el hombre, luego, a los demás chicos presentes-Llévense a estos dos con ese hippie rebelde.

Dos chicos se levantaron de sus camas y condujeron a Phineas y a Ferb, sin utilizar tanto la fuerza, al lugar donde se habían llevado al adolescente.

-¿Y nosotros por qué?-preguntó el pelirrojo.

-Para que vean lo que les pasará si hacen lo que su amigo-le respondió Honrado, al mismo tiempo que se quejaba-Auch, eso sí me dolió...

Los presentes se quedaron perplejos ante la escena, en especial un adolescente moreno que tenía el cabello muy corto.

-Primero yo, y ahora ustedes… parece que hay una conspiración aquí-murmuró Coltrane.

Jeremy había sido llevado a una habitación herméticamente cerrada, con una ventana para poder ver el exterior, en donde fue obligado a hacer flexiones durante media hora a punta de pistola. A los hermanos se les ordenó ver como su amigo sufría dentro de la sala.

-¿Por qué le hacen eso?-preguntó el pelirrojo, desesperado-¡Déjenlo ir!

-Cierra la boca, mocoso insolente-le dijo un soldado-O a ti te haremos lo mismo.

Cumplido el tiempo, al castigado se le permitió descansar.

-¿Suficiente?-le preguntó el conductor, que era el que estaba sometiendo al rubio.

-Esto es innecesario e inhumano-le contestó, agobiado.

-¡Basta! ¿Qué pasa? ¿Quieres seguir?

-Hazme lo que quieras, no ganarás nada.

-Bien… ¡soldados, metan a esos niños aquí!

-¿Qué…?

Los dos chicos metieron a Phineas y a Ferb dentro, y se encerraron para controlarlos mejor junto al chofer de la camioneta.

-Pero… ¿qué van a hacer?

-¡A ver si con esto te convences!-gritó uno, y les ordenó a los niños hacer flexiones junto a él.

-¡No puedo permitir que los castiguen a ellos también!-gritó, furioso-¡Sobre mi cadáver!

Y en una gran muestra de valentía, le sacó la pistola a un soldado de una patada y lo derribó con un certero puñetazo.

-¡Alto!-le gritaron.

Pero, ante la mirada sorprendida de los chicos, el rubio se deshizo de los otros dos chicos muy fácilmente, como si fuera el campeón mundial de judo.

-¡Salgamos de aquí!-exclamó, y abrió la puerta para que pudieran escapar.

De repente, un balazo se estrelló contra la pared, a centímetros del adolescente, lo que provocó que se detuviera y mirara para atrás, asustado.

-De aquí no se escapa nadie-le dijo el tipo desde el piso, con el revólver en la mano.

No tuvieron más remedio que ceder. Ahí fue que, aprovechando las armas que tenían, los obligaron a seguir haciendo ejercicio hasta que casi se desmayaran de cansancio. Finalmente, los dejaron salir.

-¿Lo ven?-les preguntó el chofer, riendo malvadamente-Esto les pasa por querer desafiar a la autoridad…

-No sé que buscan con esto-dijo Phineas, cansado y fastidioso.

-¡No te pases de listo! Bien, ahora voy a revisarlos un poco.

Se puso unos lentes y comenzó a examinar a los chicos, a estudiarlos como si fueran animales. Dos minutos después dijo:

-Ustedes dos están bien, pero usted, Johnsen…

-Johnson-lo corrigió él, enojado.

-Sí, Johnson… ¡le ordeno inmediatamente que se corte el cabello!

-¿Qué cosa?

-¡Que se corte el pelo!

La orden le dio una gran sorpresa. ¿Cómo que cortarse el pelo? ¿Ahora, en ese mismo lugar? ¿Podarse su cabellera rubia sólo porque un desconocido se lo ordenaba?

-¡Ah, no!-se defendió, cada vez más disconforme-A mi melena no me la corta nadie.

-¡Acabo de decirle que se lo corte, maldito hippie!

-¡Se está buscando problemas conmigo!

-Se cree muy valiente para desafiar a la autoridad, ¿no? Pues bien, ¡le ordeno que entre ahí de nuevo!

-¡No!

-¡Hágalo!

-¡He dicho no!-gritó el muchacho, y, acto seguido, lo golpeó en la mejilla.

Perplejo, Phineas se limitó a mirar, mientras que Ferb aplaudió dos veces.

-Muy bien, tú lo quisiste.

El soldado atrapó al rubio y lo lanzó nuevamente dentro de la cámara. Cerró la puerta, y, utilizando el termostato que estaba al lado de la puerta, subió la temperatura de la habitación. Jeremy fue, entonces, duramente castigado con los más de cuarenta grados que hacían ahí.

-¡Déjelo!-le gritó Phineas, pero el soldado le tapó la boca con cinta.

-¡Aquí mandamos nosotros!-gritó.

Luego de unas cuantas horas más de tortura, a eso de las diez, los tres fueron enviados a la habitación donde se encontraban las camas. De alguna manera, el adolescente había logrado convencer al soldado para que no le cortaran la melena.

-¡Mañana a las siete, arriba!-rugió el sargento, y cerró la puerta con llave.

Phineas, Ferb y Jeremy se miraron. El pelirrojo se sacó la cinta que tenía en la boca, pegó un grito de dolor y comentó:

-Es un peligro si nos quedamos sin aire.

-Dalo por hecho-dijo una voz detrás de ellos.

Fue entonces que el mejor amigo del rubio se presentó ante el trío, con una sonrisa algo forzada en el rostro.

-¡Coltrane!-exclamó Jeremy, y lo abrazó, sólo para ver algo extraño en él-¿Qué te pasó? Estás muy flaco… y… ¡tu pelo! ¿Qué le pasó a tu pelo? ¡Prometiste que jamás te lo cortarías…!

-Lo siento mucho, viejo… pero me pasó lo mismo que a ti… me obligaron. Di pelea, pero las tijeras me vencieron. ¿Qué pasó contigo? No te hicieron nada…

-Me dijeron que ya había soportado demasiado castigo como para que además me cortaran el pelo.

-¿Qué te hicieron?

-Me metieron en la cámara de torturas y le aumentaron la temperatura. Cuarenta grados. No te imaginas lo que sufrí.

-Por Dios, eso es terrible… puede causarte problemas en la piel.

-Olvídalo, ya está. Por cierto… ¿cómo llegaste aquí?

-Bueno… el día del partido me fui del estadio luego de declararme a Stacy y cuando iba a cruzar la calle… bueno, paró una camioneta y me metieron adentro. Vaya uno a saber por qué.

-¿Habías hecho algo?

-No… tal vez me confundieron y no quieren admitirlo…

Jeremy miró a los niños que dormían en sus camas, y se quedó pensativo.

-Me pregunto qué cosas grandiosas habrán hecho estos niños… estoy seguro que fueron metidos aquí injustamente…

-Y muchos no saldremos vivos-dijo alguien.

Un niño, de ojos verdes y aproximadamente de doce años, había salido de su cama e intentaba hablar con ellos.

-Hola, ¿cómo te llamas?-preguntó Phineas.

-Soy Bill… y estoy aquí porque construí un estudio de grabación en mi habitación.

-De lujo-dijo el pelirrojo-Creo que ya sé lo que vamos a hacer cuando salgamos de aquí.

-Si lo hacemos-opinó el rubio.

-Les aviso que mañana habrá un concurso de talentos en la escuela. Pueden empezar a preparar algo desde ahora-dijo Bill.

-¿Concurso de talentos? ¿No iban a quitarnos la creatividad?-preguntó el pelirrojo.

-Bueno, ese es el chiste del concurso…-aclaró Coltrane-si demuestran creatividad, los castigarán.

-No nos pueden castigar por eso-dijo Jeremy, enojado-Eso es represión… ¿saben que haré? Escribiré una canción. ¿Me ayudarán, chicos?

-Siempre contarás conmigo, viejo-lo apoyó el moreno.

-Conmigo también-reforzó Phineas-Ferb, ¿tienes tu guitarra todavía?

El peliverde, otra vez sacándola de su espalda, se la dio.

-¿Cómo no se la confiscaron?-preguntó Bill.

-Él es experto para ocultar cosas. Pero bueno, si quieres puedes irte, nosotros estaremos ocupados.

-Bien, pero traten de dormir.

-No sé si podremos, nos duelen todos los huesos…

Bill se fue a su cama. Jeremy programó su despertador portátil, tomó un lápiz y una hoja de papel, y empezó a componer junto a sus amigos.

-Oye, ¿por qué no te le declaraste a Candace?-le preguntó Coltrane.

La cuestión fue como una puñalada al corazón. El recuerdo de esa noche todavía perseguía al adolescente.

-Tuve miedo. Qué idiota, por todos los cielos… ¡ahora tal vez nunca la vuelva a ver!

-No importa… tú no eres idiota, viejo. Eres la persona más inteligente y buena onda que conozco.

-Vaya, gracias…

-Y te aseguro que la volverás a ver. No sé cómo, pero te lo juro.

Jeremy sonrió. Las palabras de su mejor amigo lo habían reconfortado.

-Oh, por cierto… oí que noqueaste a tres guardias tú solo… ¿es cierto?

-Así es.

-Eres grande, viejo.

Y se dieron la mano, como siempre hacen los buenos amigos, para luego seguir haciendo música con la guitarra de Ferb.
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Vivir en medio de la represión es difícil. ¿Podrán acostumbrarse? No parece muy posible... ¡ojalá las chicas lleguen rápido! ¿Qué se supone que están haciendo? Eso en el próximo capítulo: "Estadía en el restaurante Buckerson".

Quinto capítulo, espero que les haya gustado :)

Phineas y Ferb (c) por :icondanpovenmire1: y :iconjeffswampy1:

Historia por :iconjuli4427:
© 2012 - 2024 Juli4427
Comments3
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fanny19's avatar
Que malor a de ser vivir en la pricion espero y que salgan de hay O.o